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domingo, 11 de septiembre de 2016

 

Un mundo sin monedas… El futuro nos alcanza

Econ. Héctor Jiménez @13CarpeDiem13 
 
¿Qué tienen en común estos países: Dinamarca, Ecuador y Ruanda?
Son naciones, religiones, culturas y economías muy diferentes que sin embargo tratan de persuadir a su población a realizar sus compras diarias a través del celular, con tarjetas o vía electrónica, en la búsqueda de abandonar el uso de monedas y billetes en las transacciones cotidianas.
En Dinamarca por ejemplo, el gobierno anuncia que suprimirá a partir del año 2.016 (dentro de meses apenas) el uso del dinero en efectivo en tiendas de ropa, gasolineras y restaurantes. Su objetivo a largo plazo es convertirse en el primer país que acaba con las monedas y billetes en circulación. Y no están mal encaminados los daneses para conseguir la meta: Es una economía altamente bancarizada, donde casi todos los adultos poseen tarjeta de crédito e igualmente casi todos los comercios minoristas poseen puntos de venta para cobrar a sus clientes con tarjetas (de debito o crédito). Actualmente sólo 25% de los pagos se sigue haciendo en efectivo en este país nórdico.
Desde diciembre de 2.014 Ecuador puso en marcha un sistema de dinero electrónico apoyándose en la penetración de la telefonía móvil en el país, donde prácticamente cada hogar ecuatoriano posee por lo menos un teléfono celular, más no así una cuenta bancaria y mucho menos una tarjeta de crédito. El sistema lo gestiona directamente el Banco Central de Ecuador y aseguran que permite las transferencias entre usuarios, comprar en comercios o en los sistemas de transporte. El funcionamiento es sencillo: Se abre una cuenta desde el teléfono (no es necesario internet), se recarga en tiendas y las transacciones se realizan por mensajes.
Better Than Cash (Mejor que dinero en efectivo) es una iniciativa del Fondo para el Desarrollo de la Capitalización (FNUDC) respaldada por la Organización de las Naciones Unidas que ayuda a países en su transición a los pagos electrónicos. Entre los países que actualmente están apoyando se encuentra Rwanda, lo que le ha permitido a este país africano avanzar hacia una economía sin dinero en efectivo. Entre los objetivos que se persiguen está en convertir en electrónicos todas las formas de pago del gobierno ruandés y alcanzar un 80% de inclusión financiera para el año 2017.
Si uno camina por una calle y observa a la multitud mirando hacia la misma dirección, obligado es concluir que en esa dirección algo acontece. Lo mismo parece aplicarse para el caso del abandono progresivo del sistema tradicional de pagos con monedas y billetes para adoptar los pagos electrónicos con tarjetas, celulares y otros dispositivos por países tan disímiles como los de la muestra tomada en este artículo, que por supuesto no son los únicos. Como en todo existen opiniones a favor y en contra.
Entre los argumentos a favor de la transición hacia un mundo sin dinero físico están:
• Las monedas y billetes cuestan producirlas, transportarlas y almacenarlas.
• Se pierde tiempo para tener efectivo, hay que ir a un cajero automático o una agencia bancaria para obtenerlo e incluso en algunos dispositivos debes cancelar una comisión cuando lo retiras.
• Las transacciones en “cash” son anónimas y las preferidas por los políticos corruptos, los empresarios evasores de impuestos y el crimen organizado (terrorismo, tráfico de drogas, armas y personas) mientras que los pagos electrónicos dejan huellas muy nítidas de cada transacción.
• Los robos y la inseguridad se reducirían al no tener los malhechores botín a la vista en bancos y billeteras.
• La falsificación de billetes dejaría de tener sentido.
• El comprador tendría un registro pormenorizado de todas sus transacciones, con fechas, precios y comercios, que podría utilizar para llevar un mejor control de sus finanzas personales.
Mientras que los que están en contra dicen:
• Temen por la pérdida de privacidad que conlleva las transacciones electrónicas y a que dicha información personal pueda ser usada por empresas y gobiernos para sus propios fines.
• Existirían personas que pudieran verse excluidas del sistema, como los ancianos, los mendigos y los músicos callejeros, en caso que se sustituya completamente el efectivo en la economía.
• Existe el temor de que los bancos centrales pierdan el control del sistema monetario de algunos países en caso que no se respalde las transacciones electrónicas con fondos reales de los consumidores.
• El dinero digital eliminaría la autonomía del individuo, en caso de que el banco o el gobierno embargase el dinero de sus cuentas, por cualquier motivo.
• Muchas personas viven de su trabajo en la economía sumergida, como los inmigrantes ilegales o las prostitutas por ejemplo, y al tener que regularizar sus cobros es posible que los patronos desistan de contratarlos.
• El incremento de los delitos y fraudes cibernéticos es un temor razonable ante la posibilidad de la generalización de una economía sin efectivo.
• La dependencia de los aparatos electrónicos para realizar las transacciones económicas requiere un servicio eficiente por parte de las operadoras de telecomunicaciones.
• Las pequeñas transacciones, como comprar el café, el periódico, el pan, resultarían sumamente costosas en términos de tiempo porque no hay sistema que pueda competir con la inmediatez y sencillez del pago en efectivo por lo menos para estas minucias ya que cualquier pago vía electrónica lleva aparejado un protocolo que consume tiempo a comprador y vendedor.
Al parecer más pronto que tarde viviremos en un mundo sin dinero, por lo menos sin monedas ni billetes, de acuerdo a las diferentes tendencias que confluyen en esa misma dirección desde diversos puntos del orbe. Cuando ese día llegue sólo en los museos podremos ver, con asombro, esos extraños círculos metálicos y tiras de papel bellamente dibujado que en tiempos pasados usamos para cambiarlos por bienes y servicios.
Nota: Agradecemos al Econ. Héctor Jiménez @13CarpeDiem13 por aportar el contenido del presente artículo.

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